Bolívar hombre,
maestro, guerrero y libertario.
Un icono de la venezolaneidad.
Por: MSc. Junior
J. Santiago G.
Orador de Orden en Sesión Solemne con Motivo
233 Aniversario
del Libertador Simón Bolívar.
De
Simón Bolívar hay mucho que expresar, pero hemos de ser sintéticos. Decir que
fue un auténtico hombre, que con su espada y aires libertarios enseñó y sigue
dejando huellas de independencia, no es suficiente.
En
un día como hoy, 24 de julio de 1783, hace doscientos treinta y tres años, el
Coronel Juan Vicente Bolívar y Ponte (57 años de edad) y Doña María de la
Concepción Palacios y Blanco (25 años de edad) traen a estas tierras
venezolanas a un niño, a quien pondrán por nombre Simón José Antonio de la
Santísima Trinidad Bolívar y Palacios. En ese instante se erige un
hito, un referente que en el tiempo para nuestra Venezuela se recordará en el
sentido más historicista, como Nuestro Libertador.
La
vida de Simón Bolívar, en lo humano, cuenta con algunas facetas que subrayan
peculiaridades poco significativas para algunos; pero de gran relevancia para
otros, ya que acentúan la existencialidad próxima de cualquier ser humano y de
la cual Bolívar no estuvo exento. Qué más allá de lo que en su adultez fue y
por ende se le recuerda (Político, guerrero, luchador, héroe, libertador), también
le asistió la vida misma como a cualquiera de nosotros.
Según relata la
historiografía, la vida de Simón tuvo desde sus inicios una variopinta peculiaridad
que según Barrios (2010) se desglosa de la siguiente manera:
…desde su nacimiento, no pudo ser amamantado por su
mamá por su delicado estado de salud siendo pues Hipólita, esclava de la
familia, quien se ocupó de hacerlo (…) Huérfano a edades muy tempranas. Primero
a sus tres años de edad cuando muere su padre, sin embargo su infancia fue como
la de otro niño, normal. Cinco años más tarde, muere su madre (s/p).
Vale
decir, que antes de su década de nacido Bolívar queda huérfano de Padre y
Madre. Su suerte queda bajo la tutela de su abuelo materno, Don Feliciano
Palacios, quien junto con la Negra Matea le cuidaron y educaron (Cfr. Barrios,
Ob. Cit.).
En
su desarrollo humano y espiritual, le asiste en su formación, Don Simón
Rodríguez y Andrés Bello; así como el Pbro. José Antonio Negrete. Es necesario
destacar, lejos de todo Popperianismo, la influencia que tuvo el Generalísimo
Francisco de Miranda (1750-1816) en Bolívar, a saber que, el caraqueño a sus
aproximados veintiséis años de edad degusta obras cumbres del momento, opúsculos ilustradores como los de Rousseau
(El Emilio), Voltaire y Montesquieu; así como de la filosofía empírica inglesa
de Locke. Se podría decir de principio a fin, que Simón Rodríguez cultivó en
las primeras letras y Miranda incitó a la literatura profunda del entonces, que
no era otra cosa más que filosofía social despertando en aquel joven y
aventurero, deseos de Conquista de una Libertad y soberanía, aires de
independencias, así como la idea de lo que conocemos la Gran Colombia.
Fue
también relevante su formación militar. Luego de estos estudios, viaja a Europa
donde es embestido por Eros a sus 19 años de edad, contrayendo matrimonio,
desde luego, con María Teresa Josefa Antonia Joaquina Rodríguez del Toro y
Alayza (Cfr. Verna, 1983:46) quien a su llegada a Venezuela perece; pero
también fue pareja de Isabel Soublette y Xérez de Aristiguieta; Fanny Du Villar
Inés Berbecí; Bernardina Ibañez de Vidal Arias y Rodríguez y por Último, a
quien la historiografía bolivariana ha conferido el título de Libertadora del
Libertador, Doña Manuela Sáenz Aizpuru quien llegó a ser, el gran amor de
Bolívar.
En
virtud de este relato, observamos a un Bolívar humano como cada uno de
nosotros, quien sintió desde sus primeros años la pena de ver partir a sus
progenitores; ser formado o educado; sentir el fuego del amor como mucho de
nosotros; proferir votos como el que exclamó en Roma, la tarde del 15 de agosto
de 1805, luego de la muerte de su única esposa donde juró por la Libertad de Venezuela
en la Colina Romana del Monte Sacro a
sus 22 años de edad en compañía de quien fuere su preceptor Don Simón Rodríguez
y Fernando Toro (Cfr. Colmenares, s/f). Su proclama fue:
Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria,
juro por mi honor, que no daré tranquilidad a mi alma ni descanso a mi brazo,
hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los
poderosos.
Si
bien es cierto, comienza una gesta en Bolívar. Hoy que se habla de Paradigma,
pues un modelo de vida se acuña en la historia de Simón José Antonio de la
Santísima Trinidad. Luego de la interacción sostenida con Miranda, años más
tarde de dicho juramento, queda inscrito en su entendimiento la idea que para
1798, siendo Bolívar aún adolescente, el Generalísimo Francisco de Mirando
enuncia como “Colombia”. Nación constituida con límites bastante ambiciosos,
sueño éste que permite avizorar desde el Sur del Misisipi hasta la Patagonia,
lo que más tarde Bolívar denominará Gran Colombia.
Sin
duda, “La República que tenemos hoy los
venezolanos, es el fruto de arduas luchas. Primero para crearla; luego para
consolidarla y mantener la autodeterminación y soberanía nacional” (Bracho,
Ortega, Hurtado y Frías, 2013:14). Aspectos estos que los venezolanos en este
siglo XXI, perseguimos como fin último, consolidar la patria en el marco de una
Cultura de Paz, en resguardo a nuestra soberanía en cuanto espacio y en su
magna y fundamental valía, su gente. De manera especial, los jóvenes y de ellos
los profesionales de este tiempo que han decidido irse de esta tierra bendita,
porque han topado una Re-pública desconsolidada que no le garantiza prosecución
a su profesión; otros por conquistar alternativas de vida que aquí no son
garantía, pues se han sofocados sus proyectos o metas para hacer de Venezuela
una Nación de Desarrollo.
Se
sugiere, que es el momento de imitar al Bolívar de 1819, con esa inspiración
que le asistía (ideario mirandino) en lo que corresponde a la integración. Hoy
en día nuestros ilustres y dignos parlamentarios se encuentran asistidos por la
Providencia Divina y por la voluntad soberana que les ha consignado la tarea de
debatir por lo anhelos de los hombres y mujeres, niños y ancianos, jóvenes y
adultos, trabajadores y profesionales lo que nuestro Libertador proclamó en
Angostura:
¡Legisladores!
Yo deposito en vuestras manos el mando supremo de Venezuela. Vuestro es
ahora el augusto deber de consagraros a la felicidad de la República: en
vuestras manos está la balanza de nuestros destinos, la medida de nuestras
glorias, ellas sellarán los decretos que fijen nuestra libertad[1]
Sobre
el asunto, una tarea que sabemos muy bien que no es nada fácil; pero tampoco se
ha dicho que es imposible. Porque inspirados en este espíritu bolivariano,
sabemos que esas glorias tan anheladas en aquel momento como en el ahora, serán
conquistadas.
El
énfasis de Bolívar por una Nación Libre, desde premisas griegas, se prescribe
en la educación. Los pueblos que practica el hecho educativo, son aquellos
quienes adquieren cierto grado de desarrollo. La Educación, expresa Jaeger
(2006) “… participa en la vida y el
crecimiento de la sociedad, así en su destino exterior como en su
estructuración interna y en su desarrollo espiritual” (p. 4).
Es
evidente la importancia de la educación. Pues por mandato de Bolívar “… debe ser el cuidado primogénito del amor
paternal del Congreso”[2],
ya que desde ahí, la escuela, se edifican las almas, se nutren los corazones
con sentido patrio y filantropía
absoluta. Es desde la Escuela donde se constituyen los valores válidos de
nuestra Sociedad. Por ello continúa expresando el Libertador en dicho Congreso
“Moral y luces son los polos de una
República, moral y luces son nuestras primeras necesidades”[3].
Bolívar,
despertó gran admiración por grandes académicos o intelectuales del siglo XIX.
Uno de ellos es Marx[4],
quien en 1858, publica un artículo intitulado Bolívar y Ponte. Así lo concebía
el Sociólogo y padre del Materialismo Histórico – Dialéctico. Además de
recontar de principio a fin y con detalles cronológicos la vida y obra del
Libertador, destaca su carácter militar, político y figura notoria de la
Emancipación Americana frente al imperio español. Recalca un Bolívar magistral,
y esta faceta hay que mostrarla. Hombre solemne, como ha de ser todo maestro
(enfático).
Dicho
de otro modo, profería en todo momento pensamientos, que han denotado en los
estudiosos de Bolívar y su Historia, estructurarse corrientes, reflexiones y/o
movimientos. En el mejor sentido socrático, a Bolívar “Le gustaba proferir sarcasmos…” (p. 230) propia actitud de la
reflexión. De ello, hoy por hoy nosotros como venezolanos nos gozamos de citar
a Bolívar desde lo que conocemos como Pensamientos, a saber:
.- Maldito el soldado que apunta su arma contra su pueblo[5].
.- La libertad es el único objeto digno de sacrificio de
la vida de los hombres.
.- Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo
a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él a
mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía[6].
.- Más que por la fuerza, nos dominan por el engaño[7].
.- Como amo a la libertad tengo sentimientos nobles y
liberales; y si suelo ser severo, es solamente con aquellos que pretenden
destruirnos.
.- El sistema de gobierno más perfecto es aquel que
produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor
suma de estabilidad política[8].
.- … no podemos tener traidores en las filas, de lo
contrario perderíamos la patria[9].
.- … el velo se ha rasgado, ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas, se han roto las cadenas; ya hemos sido libres y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos[10].
.- … el velo se ha rasgado, ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas, se han roto las cadenas; ya hemos sido libres y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos[10].
Todos
estos pensamientos que muchos admiran como axioma; otros los perciben como
quimeras; mientras otros los utilizan a su mejor interpretación, hay que dejar
aclarado que no son constructos literarios. Son enunciados que repuntan hacia
el ideario de Bolívar. La Libertad de América.
Dentro
de esta perspectiva encontramos su paso por Los Andes. Taibo (2009) reseña este
acontecimiento de la siguiente manera:
Tres mil hombres acompañan al libertador a través del
brumoso y helado páramo; la nieve paramera mete sus dentelladas en los cuerpos
semidesnudos de los hombres de las tierras bajas (…) Bolívar no desmaya ante la
adversidad. En tono conmiserativo heroico e imperativo apuntala con sus
palabras (…) Antes la muerte y lo que sea, que volver sobre sus pasos. Ahora tan
sólo queda vencer o morir.
Acontecimiento
histórico, con firme propósito. Conscientes que por el camino adversidades más
allá de las climáticas han de enfrentar. Tres mil hombres para quedar en curso
con mil doscientos. Número reducido que no les permite flaquear, por lo
razonable que esto sea.
De
estas evidencias fidedignas, vale cotejar, la emprendida histórica reciente,
donde los aires libertarios, el espíritu soberano, el más auténtico sentido
Gran Colombino, donde se deja en evidencia que somos una misma gente, un mismo
pueblo, una sola nación, quinientas mujeres vestidas de blanco emprenden en
semejante y tajante criterio que los tres mil que acompañaron a Bolívar, a
atravesar el denso o cerrado surco legítimo para conquistar soberanía. Sí,
soberanía. Eso han dicho tras largos años, que existe una soberanía
alimentaria; pero no aquí, hay que conquistarla. No desmayar ante la
adversidad, la actitud. Por ello, se rompe el cerco humano que la fuerza
pública ejercía sobre la masa humana. Este, un hecho relevante para la Historia
Político-Social y Postmoderna de Venezuela donde denota un pueblo preñado de
bolivarianismo, es decir, patriota y con espíritu de auténtico ejército que
persigue como fin último la libertad y por ende no se desmaya ante la calamidad.
En
consecuencia, apreciados amigos, compañeros, académicos, fuerzas vivas, pueblo
todo “tan sólo queda vencer o morir”
y lo primero es lo que se avizora. Unámonos pueblo y seremos invencibles.
Finalizo
con las mismas palabras con las que cierra su intervención, Simón Bolívar en su
Discurso ante el Congreso de Angostura: “Señor,
empezad vuestras funciones: yo he terminado las mías”. Gracias.
Referencias
Barrios, A. (2010). Nuestra
Historia Colonial: Un poema de amor a la patria. Mérida.
Bracho,
A. Ortega, D. Helena, M. Frías N. (2013) Nuestra
Historia Republicana. Caracas.
Díaz,
F. (1989) Historia de Venezuela.
Caracas. TEDUCA y SANTILLANA.
Jaeger,
W. (2006) Paideia: los ideales de la
cultura griega. Traducción por: Joaquín Xirau y Wenceslao RocesMéxico.
Fondo de Cultura Ecómica.
Marx,
K. (1858) Bolívar y Ponte. Artículo publicado en The New American
Cyclopedia, Escrito en enero de 1858
Tomo III Pp. 217-231. Traducido al español por: Juan R. Fajardo (1999).
También disponible en https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/58-boliv.htm
Taibo,
M. (2009). El Paso de Los Andes.
APORREA. Versión Digital, disponible en http://www.aporrea.org/actualidad/a84062.html
Verna,
P. (1983) El Mundo de Bolívar.
Caracas. Edic Delroisse.
Bolívar, S. Discurso ante el Congreso de Angostura. Disponible en https://es.wikisource.org/wiki/Discurso_de_Sim%C3%B3n_Bol%C3%ADvar_ante_el_Congreso_de_Angostura
[1] Cfr. Discurso de Simón Bolívar ante
el Congreso de Angostura, 15 de febrero de 1819, en el día de su instalación.
[2]
Idem.
[3]
Idem.
[5] Puesto que éstas están para ser
utilizadas en defensa y resguardo de la soberanía; no al contrario. Un soldado
ha de ser formado bajo la conciencia axiológica, que primero es su Patria y
quienes vivimos en ella; su vida es una donación a la Patria, porque así lo
ordena el mismo Libertador cuando dice “Cuando
el clarín de la Patria llama, hasta el llanto de la madre calla”. Su entera
existencia obedece a la Patria de Bolívar; no a quienes se han llevado los
Bolívares de la Patria.
[6] Sobre el mandato y la obediencia,
es necesario escribir. Sin embargo hay que enfatizar, que existen problemas
superlativos cuando un sujeto asume rangos u ostenta el poder. La escuela como
ente rector de la formación social, moral y cívica, ha de enseñar que “el mando no es el mejor de los honores; sino
el mayor y más sacrificado de los servicios” (Palabras de Mons. Marco T.
Ramírez R.) y continúa el Prelado en cita: “Hay que aprender a obedecer para aprender a mandar”
[7] Si no existe una formación
adecuado; si no hacemos del hombre el alto tipo anhelado desde lo ideal, pues
toparemos a un ser humano desnutrido de espíritu y por consiguiente vulnerable.
Bolívar fue el primero que promovió una Universidad Autónoma, Crítica e
Innovadora. Es desde la educación que hacemos al hombre enteramente libre.
Fortificado el espíritu, no hay fuerza que valga.
[8]
Sus ideas independentistas
apuntaron precisamente a que los gobiernos que rigieran los destinos de esta
Patria, fueren endógenos, es decir Venezolanos dirigidos por venezolanos y no
por Españoles cuyos fines eran otros. Siempre exhortó a considerar de los
griegos el areópago (tribunal donde se interpretaban las leyes) y el Derecho
según los romanos. Por consiguiente un sistema de gobierno debe garantizar al
pueblo reglas que proporcione a los
ciudadanos armonía, puntos de encuentro, bienestar; se atienda la educación, la
salud y la soberanía; así como la ecuanimidad.
[9]
Estas palabra emitidas por Bolívar en su Declaración de Guerra a Muerte en el
año 1811. Sentencia ésta que debemos digerir, el tiempo presente no los exige.
Hay necesidades de un acto de contrición patrio. En la medida en que nuestras
obras sean pensando en lo general; se percibirán los efectos en el orden
particular.
[10]
Letras depositadas en la Epístola a Jamaica en 1815. En los últimos años hemos
compartido la siguiente Frase: “Eramos
felices y no lo sabíamos”. Bolívar no quiere de nosotros la esclavitud. Su
vida se agotó tras constantes luchas emprendidas en razón a la libertad.
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